domingo, 17 de abril de 2011

RELACIONES INTERNACIONALES

ESPAÑA Y POLONIA:"UNA MIRADA AL PASADO COMUN"

El Rey de España con el presidente democrático polaco en  1986 tras la caída del Comunismo
Deseamos dedicar nuestra primera entrada al desconocimiento. Sí, puede parecer raro, pero en realidad este artículo sobre el desconocimiento mutuo nos ayudará a conocernos mucho más. Como alumnos polacos, pero al mismo tiempo estudiantes de  una Sección Bilingüe del Bachillerato Español, conocemos muchísimas cosas sobre España y América Latina, pues estudiamos su Historia, su Geografía, su Literatura, su lengua...pero sabemos que muy pocos en España saben realmente algo sobre nuestro país. Quizás sólo sepan que hace frío, que los polacos beben mucho  wodka, y que durante años el sistema de gobierno fue comunista. Pero esos no son datos suficientes para decir que saben algo sobre nosotros. Por eso queremos dedicar este artículo a la Historia que nos une.  Mucho antes incluso de nuestra entrada en la U.E. en el 2004, las relaciones entre ambos países existieron, y para muestra, un botón.


España y Polonia
Un mercader de Córdoba, llamado Ibrahim, recorrió en el siglo X los territorios de la parte central de Europa en busca de esclavos, pieles y ámbar dejando una nota sobre la existencia de un Estado bastante fuerte a orillas del Vístula. Era la primera noticia escrita sobre la actual Polonia.

Hubo que esperar hasta el siglo XVI para poder hablar  de un acercamiento. Polonia y España eran en aquellos tiempos los Estados más grandes de Europa: España, con su vasto imperio al cual había sido incorporado el Nuevo Mundo y Polonia cuyas influencias y dominios alcanzaban el Mar Negro, desempeñaban el papel de antemurale christianitatis, de defensores del catolicismo contra los infieles, un papel, por cierto, más político que religioso, que a los dos países les facilitó las múltiples conquistas realizadas por los españoles en América y por los polacos en el Este del continente.
 Así, Carlos V solicitó para su cruzada contra los turcos del Mediterráneo la ayuda polaca que le fue negada a causa de las muy buenas relaciones comerciales entre Polonia y la Sublime Puerta; años más tarde Felipe II quiso comprar madera polaca para la construcción de la Armada Invencible, contrato que tampoco pudo llevarse a cabo. Eso sí, se exportaba trigo polaco a los Países Bajos y, al parecer, gracias a ese trigo los flamencos rebeldes pudieron prolongar su resistencia.

 En aquella época los dos Estados guardaban un enorme parecido. A nivel social, en ambos dominaba la nobleza cuyo código de honor, basado en una serie de principios  que obstaculizaban el desarrollo económico del país, era prácticamente idéntico en España y en Polonia.

 En ambos faltaba una administración eficaz y competente, capaz de controlar los vastos territorios y faltaba un poder central fuerte lo que desembocaba en unas muy marcadas tendencias decentralizadoras suprimidas en Espana  por la Iglesia o, para ser más exactos, por su brazo más eficaz: la Inquisición. En Polonia, el sistema de la llamada democracia nobiliaria tuvo como consecuencia la posterior crisis y descomposición del Estado. La tolerancia religiosa polaca permitió que encontraran refugio en nuestras tierras numerosos conversos o protestantes perseguidos en otros países. No obstante, como hemos dicho antes, la religión católica estaba presente en la política exterior de Polonia como una justificación ideológica de las conquistas realizadas en el Este.

En el siglo XVI algunos de los aristócratas polacos mandaban a sus hijos a España para observar de cerca el funcionamiento de ese poderoso Estado, conocer el sistema español de gobierno y así completar sus estudios y su preparación política. Hubo también peregrinos polacos que iban a Santiago de Compostela, pero quedan muy pocas huellas de su paso por España. Así es, el Camino de Santiago, que aún hoy recorren muchos polacos por fe o por aventura personal, unió durante años a nuestros países.


Sin embargo, hubo también españoles que en el siglo XVI visitaron Polonia como p.ej. Pedro Ruiz de Moros quien, residiendo en la corte de Cracovia, ocupó de la difícil tarea de codificar las normas legales polacas. Amigo de los miembros de la élite intelectual de aquella época, quedó inmortalizado como „EL doctor español" en unas alegres estrofas de Jan Kochanowski, el más célebre de los poetas renacentistas de Polonia.

En el siglo XVI, siendo éste indudablemente una época de aproximación entre España y Polonia, no se establecieron unos contactos directos entre ambos pueblos. Sólo muy pocos conocieron de cerca la realidad del otro país. Esta falta de cococimiento directo originó el surgimiento de estereotiposque todavía hoy perduran.

En el siglo XVII los dos países sufrieron una crisis irremediable que a ambos les hizo centrarse en sus propios problemas y en su propio territorio quedando reducida su política internacional a las acciones militares de defensa contra las invasiones  turcas como fue la  Lepanto.

Castillo de Cracovia en el siglo XVII
A partir del Siglo de las Luces las relaciones hispano-polacas se fueron desarrollando en cierto modo a través de Francia con la cual los Borbones espaoñles estaban unidos no sólo por los lazos de sangre sino tambén por los Pactos de Familia que les llevaron a participar en unas empresas tan extrañas a los intereses de España como la guerra de la sucesión de Polonia que a Isabel de Farnesio le hizo soañar con la corona polaca para su hijo, el futuro Carlos III.  En el Museo del Prado se conserva un interesante retrato de la bella princesa que aspiraba a reina de Polonia.

Cuando el territorio polaco quedó repartido entre tres potencias vecinas: Rusia, Austria y Prusia. Sólo dos países protestaron ante semejante barbarie: España y Turquía.

Napoleón dio esperanzas a los polacos por conseguir su independencia de nuevo, y eso explica porqué había soldados polacos entre las tropas francesas que ocuparon España. Expulsado Napoleón un contingente militar polaco una vez acabada la guerra, se quedaron en España casándose con españolas y estableciéndose definitivamente en el Norte del país. De esa época quedan huellas en los nombres con los cuales se bautizaba frecuentemente a los recién nacidos: Casimiro, Venceslao y otros de origen polaco.

También a través e Francia y de la mano de su amante francesa George Sand, llegó a España y concretamente a La Cartuja de Miraflores de la Isla de Mallorca el más célebre de los compositores polacos, Federico Chopin, para pasar allí una temporada intentando curarse de la tuberculosis que pronto iba a acabar con su vida. Hoy en La Cartuja se puede visitar un museo dedicado a la vida y obra del genial compositor así como escuchar su música durante los festivales que se organizan anualmente.

Chopen, el polaco más universal, que intentó curarse de tuberculosis en Sevilla.
En la primera mitad del siglo XX, la trágica guerra civil convirtió a España en un país cuya situación se comentaba a diario en todo el mundo. De Polonia - que en 1918 había recuperado su independencia - salieron miles de voluntarios para formar parte de las Brigadas Internacionales y defender la II República contra lo que se consideraba universalmente un golpe de estado militar. De su paso por España, además de memorias, poemas y canciones, queda en el cementerio municipal de Fuencarral una placa que conmemora a los 3200 polacos caídos durante la guerra civil española.


Durante la época del franquismo en España y del comunismo en Polonia lógicamente no hubo muchos contactos entre los dos países. En otoño de 2002 vamos a celebrar el décimo aniversario de la firma del Tratado de Amistad y Cooperación entre España y Polonia. Crece el intercambio económico y el turismo, se intensifican las relaciones políticas y culturales, pero el desconocimiento del cual hemos hablado al principio de estas reflexiones, está aún presente marcando los contactos entre los dos pueblos.

Sin embargo, no es igual el grado de desconocimiento en ambos países. En España no llegan a 100 los universitarios que estudian el polaco mientras que en Polonia hay cátedras e institutos de estudios hispánicos o lectorados de español en todas las universidades públicas y en numerosos centros académicos privados, se enseña la lengua de Cervantes en muchos institutos de bachillerato, incluso existen dos liceos bilingües cuyos alumnos reciben el título español de bachiller con su diploma correspondiente firmado por SM D. Juan Carlos I. El Instituto Cervantes de Varsovia tiene 2000 alumnos llegando a ser en total casi 15 000 los polacos que, a través de la lengua, quieren acercarse al rico patrimonio cultural de España.



Ahora  Polonia es miembro de la Unión Europea y las relaciones políticas y económicas con España se van a intensificar aún más. Cabe esperar que, gracias a ese natural acercamiento, se acorten las distancias geográficas y desaparezca por completo el desconocimiento.

                                                                     Magda Sitko y Mateusz Duda


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